lunes, 25 de marzo de 2019

La intrusa


La intrusa

            Acomodó la taza beige en la alacena: a la derecha, la imagen del cisne en el lago; el asa, a la izquierda. Al lado, cuidando que no rozara a la primera, una marrón que mostraba la alondra en la rama del mirto; el asa, igual que la anterior. Jubilosa, acarició en la tercera –beige- el plumaje blanco y sonrió al pensar ´sedoso´. Así siguió hasta colocar la docena: todas en simetría. Contó con ímproba satisfacción: beige, marrón, beige, marrón, beige, marrón, beige, marrón, beige, marrón, beige, beige. La última le arrancó un “no” agudo que fue decreciendo en sollozo.
            En vano que se prometiera reclamar en la tienda por la mañana. Esa noche no pudo dormir.