miércoles, 27 de junio de 2012

Emma Zunz, análisis

Jaime Rest en El laberinto de la soledad dice que este cuento presenta una narración de apariencia mucho más simple pues entrelaza un grupo de situaciones aisladas que vive un mismo personaje y que nada tienen de insólitas o descomunales, lo cual en una primera lectura puede llevarnos a suponer que nos hallamos ante una pieza de ficción naturalista. Lo singular en la forma en que la protagonista cumple su plan vengativo urdiendo un relato que prescinde la  inconexión entre los hechos y que enhebra la realidad fragmentada en una continuidad fingida, cuya persuasión verbal elimina toda fisura y fragua una coherencia causal ausente en la serie de acontecimientos congregados. Por esta vía el lenguaje sistematiza un conjunto de partículas dispersas y postula una sucesión eslabonada, una historia que “era increíble, en efecto”, pero que sin embargo “se impuso a todos” porque respondía de algún modo a nuestra idea de verosimilitud
            Estas ideas que están en el cuento de Borges y que Jaime Rest expone en su libro, se pueden destinar al análisis de medios audiovisuales donde se relacionan una  serie de hechos inconexos mediante una conexión ficcional presentando una determinada situación como verdadera cuando sólo es verosímil, es decir que tiene apariencia de verdad pero constituye una ficción a la cual el teleespectador asiste como si fuera real.
            Afirma Rest de Emma Zunz que convertida en un juego de signos relacionados, la azarosa y fracturada realidad acaba por fundirse y vertebrarse en lo que es apenas un espejismo. Cabe sospechar que esta arbitraria concatenación de los datos utilizados se propone sugerirnos algo así como un modelo de los procedimientos en que se sustenta la elaboración del pensamiento científico. Para lograr su objeto, Borges ensaya la operación contraria a la que cumplió David Hume con análogo propósito: en tanto el filósofo desmonta y analiza los mecanismos que intervienen para infundir solidez aparente a nuestra exégesis conjetural de los procesos naturales, el cuentista procura trazar la síntesis que conduce a tales interpretaciones; pero en ambas direcciones se pone al descubierto un mismo problema, un idéntico cuestionamiento de las aptitudes humanas para desentrañar cómo funciona el mundo en que vivimos. Los instrumentos especulativos de que disponemos limitan nuestra posibilidad de alcanzar con certeza un pleno dominio de la realidad.
            El análisis de Rest es más interesante y convincente que el de Guillermo Tedio en Emma Zunz o el laberinto psicótico que considera a Emma Zunz como una psicótica dominada por un complejo de Electra–Edipo que lleva a cabo a destiempo una venganza proyectando en el personaje de Loewenthal la violación sufrida por su madre: su padre le había hecho a su madre la cosa horrible que a ella ahora le hacían. Borges no menciona una violación, sino que es el personaje de Emma el que ve como algo horrible la relación sexual y por eso proyecta su aventura con el marinero, al cual se entrega haciéndose pasar por una prostituta, para luego convertirla en una violación llevada a cabo por Loewenthal.
            Sin embargo se pueden rescatar de este último análisis las referencias al enfrentamiento moral entre Loewenthal –que habría sido el verdadero responsable del desfalco por el cual el padre de Emma tuvo que sufrir prisión, perder sus bienes y exiliarse– y Emanuel Zunz que sufre el oprobio y muere en Brasil, al haber ingerido por error –según la carta que Emma recibe– una dosis excesiva de Veronal. Es interesante lo que Tedio dice de los nombres: Aarón refiere al hermano de Moisés que instigó la adoración del becerro de oro cuando Moisés estaba recibiendo las tablas de la Ley; Emanuel significa Dios con nosotros y es el nombre asignado a Jesucristo. Por otra parte el nombre de Emma refuerza la identidad con su padre, Emanuel.
            La carta en la que le comunican la muerte del padre desata en Emma los recuerdos de su infancia feliz, y entre ellos la casita de Lanús que les remataron, recordó los amarillos losanges de una ventana. Tenemos aquí el rombo, como en La muerte y la brújula que alude al Tetragrámaton, uno de los nombres de Dios, lo cual dota al cuento de un sentido religioso que hace de Emma una heroína trágica, al modo de la tragedia griega, que debe cumplir con sus muertos aunque eso signifique su propia destrucción. Pero como a Borges le gusta invertir los elementos, su criatura proyecta una venganza sin castigo.
           
           

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